El modelo energético de grandes plantas que demandan importar combustibles fósiles es económicamente insostenible para países netamente importadores de materias primas energéticas como España. Además, según datos del banco mundial la pérdida de energía en el transporte es de más del 10 % en España y demanda faraónicas construcciones para ser transportada.

La producción local de energía y el autoconsumo son una alternativa rentable y accesible, y en muchos casos preferible. De hecho, gracias a la tecnología fotovoltaica, una inversión en autoconsumo de una vivienda estándar se amortiza en 5-7 años.

En países con índices de radiación solar mucho menores a España, como Gran Bretaña o Alemania, la fotovoltaica cada vez tiene más peso en la oferta energética. En el caso de Alemania, unas instalaciones con impacto positivo local que, como pudimos ver un post anterior, son en gran medida de autoconsumo individual o compartido. Es decir, propiedad de los consumidores. Esta tendencia al autoconsumo permite una democratización de la producción eléctrica.

Pero para que esto ocurra en España, se necesita superar la “solarfobia” a las que se ha sometido a la ciudadanía. Es decir, un miedo que se nos ha impuesto desde el monopolio eléctrico para la producción solar, con bulos como el “impuesto al sol” a los hogares. En un país con tantas horas de sol, es ilógico no tener más fotovoltaica instalada, sin tener en cuenta este fenómeno.

El gobierno local como ejemplo

La inseguridad jurídica del gobierno central ha propiciado un clima de miedo que se ha instalado en la ciudadanía. A ello se le suma la idea que el autoconsumo es un riego para los consumidores. Y que no vale la pena preocuparse, porque reducir las emisiones de CO2 no depende de nosotros.

Este clima de impotencia se ha implantado en la ciudadanía sirviendo a los intereses del oligopólio eléctrico. Por eso es tan importante la actuación de los ayuntamientos como dinamizadores, para visibilizar que otro modelo energético es posible, y que es posible generar ahorro y autoconsumo sin perder confort.

Las administraciones locales tienen que convertirse en catalizadores del cambio hacia la transición de modelo energético. Tienen que servir de ejemplo de la viabilidad de un nuevo modelo energético más sostenible.

El interés económico de los ayuntamientos en el nuevo modelo

Pero el incentivo de los ayuntamientos no es, ni puede ser simplemente medioambiental. Si no también el económico y social.  Los proyectos pioneros en ciudades como Mälmo (Suecia), han demostrado que la producción local y el autoconsumo tienen un gran impacto social y económico local. Crean empleo local, vertebran la comunidad y reducen las emisiones. Unos barrios menos contaminados son sinónimo de salud.

Además, como se explicó en un post anterior, con la misma inversión las renovables crean 5 veces más empleo que las fósiles. Siendo el desempleo un gran problema, la opción por las renovables tendría que ser una prioridad, dado que crea empleo duradero y de calidad.

Se puede pesar en una actuación por barrio, con financiación pública a recuperar en pocos años. Esto se puede orientar como un plan de actuación de desarrollo económico local, y ejemplo a seguir para el resto de ciudadanos. Dado que se produce un efecto de normalización que se debe basar en varios principios:

  • Contratación pública con criterios ecológicos y de impacto positivo.
  • Educación energética de los gestores públicos locales y público en general.
  • Ahorro, eficiencia y renovables.

¿Cuál es el futuro cercano?

Desde un punto de vista económico, el coste excesivo de la energía, la pérdida en el transporte y las inversiones con larga amortización, significan una pérdida de competitividad de la economía española. Cosa que, en una economía globalizada, conlleva muchos riegos. Además, la legislación española tendrá que cambiar tarde o temprano para cumplir de reducción de CO2 firmados en Paris en 2015.

En conclusión, tenemos que conectar municipios y mancomunidades trabajando para dinamizar la estructura local energético. Si uno de los problemas que tienen muchos municipios es la falta de empleo, se tienen que realizan planes de empleo financiados por las administraciones. Pero orientados a la formación y el empleo para que se optimice el ahorro energético del municipio. Esto creará la dimensión de gasto y el ahorro necesario para invertir en renovables, creando a su vez un impacto económico positivo a nivel local.

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