La brecha energética sigue aumentando en España. Cada vez son más las personas que sufren pobreza energética. Te contamos las cifras reales en España y qué soluciones se pueden dar para paliar este problema.
No es una cuestión que solo afecte a los países menos desarrollados. Hasta en las sociedades industrializadas, la pobreza energética no es un mal menor ni poco común. Millones de personas sufren sus consecuencias en todo el mundo, y España no es una excepción. Y es que, los datos ponen sobre la mesa el impacto de este problema en nuestra sociedad.
Pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 18 a 21 grados centígrados en invierno y 25 grados centígrados en verano la temperatura para mantener la vivienda en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud, lo cierto es que más de 5 millones de personas, el equivalente al 11% de los hogares españoles es incapaz de mantener su casa caliente durante el invierno. Una situación que en tan solo 5 años ha aumentado un 22% pese a la recuperación económica asegurada desde el Gobierno.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? El precio de la luz ha aumentado un 73% desde 2008, y el del gas un 67%, lo cual no pone las cosas fáciles a las familias más vulnerables. La luz ha pasado de costar 13,66 céntimos el kWh a 23,67 céntimos en poco más de un lustro. Y el gas ha pasado de costar 5,57 céntimos el kWh a 9,59 céntimos de euro.
Esto ha propiciado que unas 3,2 millones de personas retrasen el pago de facturas por la imposibilidad de hacer frente a ellas. Y es que de ellas, 1,2 millones gastan incluso el 20% de sus ingresos en energía, todo según datos de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). Y las consecuencias de la pobreza energética no se quedan ahí: riesgos para la salud física, impacto sobre la salud mental, impacto económico, vivir una vida digna…
Es necesario que todos los actores del sistema se sientan involucrados y responsables del cambio, porque sólo así lograremos mejorar nuestro entorno. La evolución energética no parte de una política concreta sino de un cambio de actitud por parte de todos.
Ante este panorama, ¿cómo hacer frente a la pobreza energética?
Soluciones sostenibles y a largo plazo
La formación y el asesoramiento en pobreza energética son vitales para las familias y empresas de cara a buscar soluciones reales y sostenibles en el tiempo. Pero no solo eso, sino también incorporar los principios del desarrollo sostenible tanto en políticas como en programas nacionales.
La educación de niños y adultos nos ayudará a garantizar un futuro en el que todos seamos mucho más conscientes de los beneficios del ahorro energético, la eficiencia energética y el uso de energías renovables.
Además, la rehabilitación energética de viviendas gracias a ayudas para las familias más expuestas a la pobreza energética; sustituir las energías contaminantes predominantes actuales por energías renovables que permitan la autogeneración de recursos energéticos propios; reducir los consumos energéticos de los hogares mediante una reeducación de sus integrantes en este sentido; la instalación de energías renovables en la vivienda; redefinición del bono social por parte de las administraciones; impedir el corte de suministro de energía y mejorar las facilidades de pago a quienes la sufren.
Una amalgama de ideas que pasa por un papel predominante, el de las instituciones, a la hora de ayudar a las personas más vulnerables de cara a paliar un problema que cada vez va aumentado de forma considerable en nuestro país. Y también el de empresas como aeioLuz, cuyo objetivo es el de trabajar para recuperar y construir un modelo energético más justo, participativo y sostenible. Y con ello acabar con la pobreza energética, un problema de todos.
Si estás interesado en conocer qué soluciones para paliar la pobreza energética en tu municipio u organización podemos compartir, te animamos a contactarnos.