Jacques Attali es un reputado escritor y economista Francés, musicólogo,  asesor del presidente Mitterrand y fundador de la ONG Acción Contra el Hambre. En 1977 publica Ruidos: Ensayo sobre la economía política de la música. Un libro revolucionario y muy recomendable donde el autor identifica a  la música como elemento premonitorio de la evolución social. Según este autor, la especial relación de la música con el poder y la economía hacen de la música una avanzadilla en las revoluciones sociales. Es decir, lo que pasa en la industria musical es un avance de los que puede pasar en otros sectores. Partiendo de esta premisa, y teniendo en cuenta la evolución del sector eléctrico en Europa, se podría trazar un paralelismo entre este y la industria musical. Siempre es difícil pronosticar el futuro, pero es interesante hacer una comparativa de cómo el cambio tecnológico y la innovación social pueden revolucionar el sector energético.

¿Que ha ocurrido en la industria musical en los últimos 20 años? Con la difusión masiva de la música registrada desde los años 50, la industria musical ha tenido desde entonces como gran negocio la venta en formato físico de estas reproducciones. Sus beneficios se basaban en el control de la distribución, pues tenían el monopolio. Es más, las ventas de discos crecieron de forma exponencial hasta 1999, año de máximo beneficio  que fue el cenit en la venta de discos. A partir de ahí, llegó el Mp3 y la implantación masiva del uso de la web para acceder a contenidos musicales. De repente, la industria se encontró con una disrupción tecnológica que socaba su monopolio en el sector.

A principios del siglo XXI las grandes compañías discográficas se encuentran con el problema de cómo gestionar la reducción continuada en sus beneficios. La industria observa que los consumidores ya no utilizan los canales tradicionales para adquirir música, e internet se convierte paulatinamente en el marco de referencia para el intercambio de música. Nos encontramos con un cambio tecnológico disruptor, que convierte en obsoleto el modelo tradicional de negocio para muchas compañías.

La falta de alternativas fiables y económicas produjo una deriva hacia las descargas alegales. Como consecuencia, la estrategia que demandó la industria fue la prohibicionista, promoviendo legislaciones muy estrictas para defender su posición de dominio en la industria. Estas nuevas legislaciones solo retardaron el cambio de modelo de negocio, en el cual se ha apostado por la comodidad y extensa oferta que ofrecen los nuevos servicios de internet. El éxito de servicios como iTunes o Spootify demuestran que otro modelo de negocio es posible, y las grandes discográficas se han tenido que adaptar a este.

A día de hoy, la industria ha cambiado, los canales de distribución han cambiado y las grandes superficies de venta de discos han desaparecido o se han reinventado hacia unos consumidores más selectos. La forma como se consume la música ha evolucionado para siempre haciendo inviable el modelo de negocio anterior. Además, ha habido un efecto democratizador puesto que se consume mucha más música que con anterioridad y de géneros muy diversos.

De la misma forma que la tecnología ha sido un elemento disruptor para la música, lo empieza a ser para la energía. El coste de los paneles solares está bajando a niveles muy competitivos, siendo económicamente muy atractivo para los usuarios la instalación de paneles en los hogares. De forma paralela, existe una incipiente industria de almacenamiento mediante baterías que permite el autoconsumo casi pleno de los usuarios. De la misma forma que en la música, las grandes empresas energéticas han presionado a los gobiernos para dificultar el autoconsumo. Estos han legislado a favor de las tesis de la gran industria para poder continuar con un modelo productivo que utiliza fuentes energéticas ineficientes y caras como el carbón, pero que para las grandes empresas resulta muy rentable. Afortunadamente no todo está perdido: el 2 de Junio de 2017 el Tribunal Constitucional ha declarado nulo artículo 4.3 del Real Decreto 900/2015 que prohibía autoconsumo compartido.

Peter Terium, anterior presidente de la mayor empresa energética de Alemania, RWE, defiende que la generación masiva de energía es el pasado. Es más, concluye que las grandes compañías en Alemania no se han adaptado al cambio hacia las energías renovables de forma suficiente a la demanda ciudadana, y corren el riesgo de perder el tren. Gracias al cambio tecnológico, esto ha permitido que millones de ciudadanos hayan visto la oportunidad hacia el autoconsumo colocando paneles solares en sus casas, o bien la energía eólica en forma de cooperativa.

De la misma forma que la irrupción de internet cambió la forma en que los usuarios consumían música, las nuevas tecnologías cambiaran la relación que tenemos los usuarios con la energía. El cambio que viene es radical y se basará en las tres D: descarbonización, digitalización y descentralización. Por muchas trabas legislativas que se impongan el cambio es imparable.

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